Divagando: no está bien, está evitando

«La capacidad para la regulación emocional no consiste en no sentir emociones negativas, sino en ser capaz de recuperarse frente a ellas». 

Today, was a lovely day. Este es mi último mes en el Hospital Psiquiátrico, como practicante de psicología. Estaba en terapia grupal, cuando una paciente, compartiendo su experiencia menciona que ella siempre pensó que debía estar «bien» todos los días, feliz, sonriendo a todas las personas que se cruzaran en su camino. Hasta que comprendió que aquello no podía ser así. La verdad, me quedé con unas ganas inmensas de responderle, de decirle cómo había acertado, quise sonreírle y explicarle que la felicidad no es «estar feliz siempre» o ir sonriendo a lo largo del día, como ella creía. Quise preguntarle dónde aprendió aquello, cómo es que llegó a determinada creencia. Pero no me correspondía a mí responder, era el lugar de otro psicólogo…

Y entonces pensé en lo usual de aquel pensamiento. La sociedad nos ha vendido una idea de felicidad utópica. Inalcanzable para nosotros. Una búsqueda sin fin en base a un falso constructo social vendido por los medios. Quizá sea más complejo que eso. Si, ya he escrito sobre esto anteriormente.

Y entonces, vemos a nuestro alrededor, caminando bajo una percepción de la cual no somos capaces de advertir que se encuentra distorsionada en nosotros mismos. Todos parecen felices, todos parecen controlar adecuadamente las situaciones en sus vidas, la tranquilidad está ahí, la serenidad en sus ojos. Giras tu mirada una vez más, ves a esa persona que tienes algún tiempo de conocerla. Te da envidia aunque te moleste admitirlo, esa persona que parece tener todo en orden en su vida: camina con una tranquilidad y calma que simplemente te molesta. Sabes que esa persona es independiente y «desapegada» de todos. Su risa parece ser casi contagiosa. Y entonces te preguntas «¿Qué está mal conmigo, por qué yo no puedo ser como ellos, como esa persona?».

¿De dónde viene todo esto?

Y quizá, solo quizá el cliché del psicoanálisis sea real, ¿no? ¿Lo podrás creer/entender?  Sí, son nuestros padres quienes de bebés son los responsables de ayudarnos a organizar nuestro mundo interno y comprenderlo. Son los responsables de hacernos comprender el mundo que nos rodea, de introyectarlo y hacerlo nuestro. Nos ayudan a darnos a nosotros mismos un sentido, un valor propio. Un sentido del yo. ¿Y cómo todo esto? en base a la relación creada entre los dos.

¿Has escuchado sobre la Teoría de apego?

El apego se refiere al vínculo establecido entre dos personas (en este caso me refiere a la del bebé y su madre, o cuidador primario). Mediante este vínculo establecido de intersubjetividad, la madre es la responsable de servir como figura de seguridad, una base desde la cual el niño puede explorar y regresar en situaciones de estrés. La madre sirve para proporcionar seguridad, así como para ayudar el niño a regularse emocionalmente, cuando aún por sí mismo no es capaz.

Existen cuatro tipos de apegos: el apego seguro, el ambivalente, el evitativo y el desorganizado.

En condiciones normales y adecuadas, cuando se da un apego seguro entre la relación diádica de la madre y el hijo, encontramos a un niño que es capaz de explorar su medio ambiente y contar con la seguridad que, si algo sucede, siempre puede regresar a su base segura. Estos niños tienen la capacidad de expresar su malestar emocional, y hacerlo saber a su madre. Por otro lado, la madre tiene la capacidad de responder empáticamente a las necesidades del niño, así como para calmarlo y regularlo.

En cuanto al tipo de apego evitativo, este es diferente. Son niños capaces de explorar libremente su ambiente, no muestran tanta angustia cuando su madre se separa de ellos y parecen incluso rechazarla y no querer que ésta los cargue en ciertas ocasiones. Estos niños no expresan en forma clara sus necesidades (puede ser que no lloren o muestren señal de malestar). En general, se ven como más tranquilos, porque hay menos signos de angustia, y protestan menos en general. Pues bien, son estos niños que aparentan un mayor sentido de independencia, y se ven tranquilos (conductas que sorprende e incluso encanta a los adultos), son en realidad un síntoma de falta de confianza hacia su figura de apego. Estas conductas tienen la finalidad de evitar enfrentarse con un fracaso al comunicar sus necesidades emocionales a su figura de apego, ya que esta no siempre está disponible o no sabe responder empáticamente. Y de adultos, ¿cómo sería su comportamiento? Pues demasiado similar.

No necesitamos controlar nuestras emociones, ni evitar sentirlas. Necesitamos saber cómo lidiar con ellas, cómo regularnos. 

Yo sé, es más complicado de lo que estoy escribiendo. Y, ¿a qué quiero llegar?

Esta mañana, con la respuesta de esta paciente, no pude evitar pensar en este tipo de personas.  Esta paciente refería que ella trataba de estar siempre feliz y no dejar que nada le afectara. Supuse que ella veía a esta gente a su alrededor, personas aparentemente felices que saben «lidiar» con todo. Pero las apariencias son tan fáciles… ¿Viene alguien a tu mente?

Son estas personas con un aire de increíble independencia. Quizá incluso presumen de estar «desapegados» de las cosas… personas incluso. Creen que eso es lo ideal, el no apego. Ven las problemáticas como algo sin significado, lo  minimizan, lo ignoran. Y hacen creer que todo está bien, que tienen una increíble madurez para superar situaciones difíciles, para «dejarlas ir», «se las arreglan solos». Parecen ser easy going, no buscan problemas, se alejan de ellos… Están felices. No hay emociones negativas en ellos, o eso parece. Pero así no funcionamos los seres humanos.

Debajo de esto se encuentra un increíble sentido de vacío, e inseguridad. Porque el apego tiene su otra cara: la forma en que un apego seguro establezca una relación de confianza y disponibilidad, se encuentra indisolublemente unida a la imagen de uno mismo. Cuánto se espera recibir y cuán disponible están para nosotros es una medida de cuánto uno vale a los ojos del otro, cuánto  uno merece recibir cuando necesitamos del otro.

El sentimiento de valor de estas personas puede encontrarse disminuido. El miedo a mostrar su malestar emocional viene del intenso miedo a la decepción de la respuesta del otro. Quizá lleguen a pensar que ellos, o incluso sus problemas, no valen la pena ser escuchados. El miedo al rechazo, al abandono, a la invalidación les causa una dificultad para relacionarse verdaderamente de una forma íntima, aparentando estar siempre bien…

 

Los vínculos, nos hacen quienes somos.

-B

12 comentarios sobre “Divagando: no está bien, está evitando

  1. Hola Blueberry,
    Tu descripción o relato me resulta realmente cercano. A alguien joven, muy querida para mi, que lamentablemente pasa temporadas en un centro psiquiátrico la he oído decir muchas veces eso mismo. Su percepción es que todos los demás somos o tenemos una vida feliz, y no puede ver o digerir su realidad de otro modo … es justamente como lo describes.
    Te deseo lo mejor y aprovecho para darte las gracias por visitar mi blog

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    1. Y lo interesante es, ¿qué pasó que la hizo llevar a dicha percepción? La felicidad no resulta de un día pararse de la cama y decir «hoy es el día, hoy voy a ser feliz». La voluntad es importante, la motivación necesaria, pero es un proceso largo de reestructuración cognitiva, de cambio en patrón de pensamientos. Espero que esta persona que hables, encuentre su camino. Saludos enormes!

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      1. Soy optimista por naturaleza, pero me rindo ante esa esperanza, porque sé que no depende de ella, su mente la jugó una mala pasada y ha de vivir con ella. Quizás por eso, la querré siempre más que a nadie.
        Gracias comprañera!

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