Siempre le había gustado la palabra «etéreo». Describía a la perfección aquello que no lograba entender, lo que parecía no tener sentido, lo indescifrable.
Era ya bastante tarde, el sol la había abandonado hace rato. Estaba caminando sin rumbo, siguiendo un pensamiento que estaba enredado desde el instante en que emergió por primera vez. Lo había pensado, una y otra vez, desde todos los puntos de vista posibles, tomó en cuenta todas las posibilidades. Lo había racionalizado, lo había evadido, trató de descifrar los sentimientos que llevaba ahí escondidos. Se preguntó si todo aquello había hecho alguna diferencia.
Siguió caminando. El agua tocaba sus pies a ratos. La arena le regresaba a la realidad. Levantó la cabeza y miró las pocas estrellas que se podían ver. ¿Cómo deshacerse de algo etéreo?
Quizá, solo quizá, no se trataba de encontrar la razón o un por qué a lo que le rodeaba, sino aceptar aquello. Entender que venía de hace tiempo, de hace tantos años que no podía ya haber un culpable, ni responsable. Eso había formado parte de su desarrollo, de cómo se definía.
–Blueberry
Muy bueno!!!
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Mil gracias!!! ❤
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Que se los lleve el viento, como a las nubes.
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Que se vayan, poco a poco…
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Precioso. Increíblemente precioso.
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❤ ❤ ❤ ❤
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Fenomenal
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Miiiil gracias, como siempre! un abrazo
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Igual
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bonito, muy bonito, y algo sobre lo que meditar
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Bello Blueberry, como todo lo que entra y sale de nuestros senti-dos, sentimientos que conforman nuestro pensamiento, porque estamos vivos… y queremos.
Un abrazo
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Muy cierto… estamos en constante movimiento, todo es dinámico. Gracias por leer
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Muy bello. Te sigo a partir de ahora 🙂
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Muy buen relato
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