«Lo que nos salvará no será el amor como siempre nos enseñaron romanticamente, sino cómo aprendamos a perdonar aún con heridas de memorias, cuyas cicatrices van más allá del tiempo».
Ciertamente es así. Aunque en mi caso, el perdón sería un proceso activo, tomar conciencia de que las soluciones pasan por lo que uno mismo haga con esas heridas, en el sentido de que la cura no puede provenir de la causa del daño, de modo que buscar culpables solamente ayuda a profundizar precisamente en esa misma causa. Es una cuestión de abandonar un rato la subjetividad con que analizamos el conflicto y volvernos pragmáticos durante el tiempo suficiente para descubrir que hay vida más allá de la culpa y del dolor «ocasionado»; y mucha vida, tanta como para lograr la inmunidad en situaciones futuras similares, si sabemos manejar adecuadamente lo que se mueve en ese interior crispado. Para eso, nada como contar con la inestimable colaboración de una buena profesional (y no quiero mirar a nadie ;-)) si es que no conseguimos mirarnos al espejo con la intención de ver algo bonito. El amor es ese constructo cultural que no se sabe muy bien qué es hasta que lo sentimos, y solamente si lo sentimos (si es que es eso lo que sentimos), así que utilizarlo como una norma de salvación, aporta poco o nada.
Perdonar, siempre, olvidar, nunca, obsesionarse, menos, y recuerda que, cuando se ama, se puede ser amada de modo menos intenso o más interesado, o mentir de forma descarada a quién no puede esperarse eso en el amado. Y así, el que más sufrirá en la ruptura será el que más amó y disfrutó en los tiempos de dicha. Con todo esto, hacia atrás, ni una mirada
¿Entonces nos salvaría el tiempo?
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Ciertamente es así. Aunque en mi caso, el perdón sería un proceso activo, tomar conciencia de que las soluciones pasan por lo que uno mismo haga con esas heridas, en el sentido de que la cura no puede provenir de la causa del daño, de modo que buscar culpables solamente ayuda a profundizar precisamente en esa misma causa. Es una cuestión de abandonar un rato la subjetividad con que analizamos el conflicto y volvernos pragmáticos durante el tiempo suficiente para descubrir que hay vida más allá de la culpa y del dolor «ocasionado»; y mucha vida, tanta como para lograr la inmunidad en situaciones futuras similares, si sabemos manejar adecuadamente lo que se mueve en ese interior crispado. Para eso, nada como contar con la inestimable colaboración de una buena profesional (y no quiero mirar a nadie ;-)) si es que no conseguimos mirarnos al espejo con la intención de ver algo bonito. El amor es ese constructo cultural que no se sabe muy bien qué es hasta que lo sentimos, y solamente si lo sentimos (si es que es eso lo que sentimos), así que utilizarlo como una norma de salvación, aporta poco o nada.
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A veces es mejor no ser salvado
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El perdón es resultado e ingrediente del amor. Con amor pleno, es inevitable el perdón.
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Perdonar, siempre, olvidar, nunca, obsesionarse, menos, y recuerda que, cuando se ama, se puede ser amada de modo menos intenso o más interesado, o mentir de forma descarada a quién no puede esperarse eso en el amado. Y así, el que más sufrirá en la ruptura será el que más amó y disfrutó en los tiempos de dicha. Con todo esto, hacia atrás, ni una mirada
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