Microrelato: Nadie viene en blanco

Era más fácil andar por la superficialidad, donde la negación de la realidad promete un toque de tranquilidad y otro de paz. Anhelaba un amor sincero y puro, como cualquiera que había leído en cientos de libros y cuyos finales suceden exactamente como en la imaginación. Libros, donde la intención era amortiguar, idealizar… prometer, jamás profundizar ni ver la realidad.

Quizá, años faltaban para ver más allá, para entender. Había sinceridad, no obstante, parecía aún perseguir idealización y amores románticos infantiloides con intentos de reciprocidad, que más bien se caracterizaban por su función de ser una extensión narcisista, satisfaciendo solo su Yo. Quizá aún no era siquiera consciente de ello. No, aún no lo veía.

Fantaseaba con una mirada transparente, que hiciera encajara todo con naturalidad. Como si el amor fuera algo simple, como si bastara y viviera de las coincidencias de la vida. Y como muchos, su búsqueda se dirigía a alguien en el mismo camino y dirección.

Aquella búsqueda omitía el hecho de que cada uno lleva en la piel una historia diferente, que cada persona carga siempre fantasmas. Fantasmas que no se refieren a problemas que atormentan, sino experiencias, vivencias y pensamientos previos que ningún ser humano puede evitar. Nadie vive sin fantasmas, y el problema era ese, ni siquiera poder reconocerlos y vivir en una negación infantil.

Y de eso se trataba las relaciones maduras y profundas que tanto decía anhelar: ver que cada participante siempre traerá consigo fantasmas, imaginación y diálogos internalizados previos, donde el objetivo es verlos, coordinarlos y mediarlos; construirlos con sus respectivas bases individuales ya establecidas.

Ver que cada uno trae consigo un montón de memorias que motivarán ciertas acciones, y que nadie vendrá en blanco, sin peso. No habrá más que coordinar y construir.

Nadie viene sin la compañía de sus sombras, perspectivas e idiosincracias para entender la realidad y defenderse contra lo que sea que despierte ansiedad y preocupación. Y quizá su tarea ahora era intentar observar y observarse.

-Blueberry

16 comentarios sobre “Microrelato: Nadie viene en blanco

  1. Vaya por delante dos cosas desde mi punto de vista: que lo que se entiende por amor normalmente tiene más que ver con la telenovela que con la realidad y que vivir, en su amplitud, tiene más que ver con la plenitud de ser (menos mal) que con la pretendida magia omnipotente del amor con que se rellenan las «canciones» de moda. Y, dicho esto: quizá no, ¡siempre! la memoria viene a ser el espejo en el que estamos condenados a observarnos activamente, y no digamos si alcanzásemos a ver detrás de la memoria, el sustrato de la causa, el silencio cómplice: la respuesta. Detened el ruido y podréis escuchar la calma del arroyo, su claridad, su sencillez, sus vivos colores, su naturaleza. 👍

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    1. Exactamente. Una idea alienada sobre lo que es el amor. Idealizada.
      Y una esperanza de erradicar la memoria, o al menos ciertos aspectos clave (generalmente los dolorosos) que simplemente YA son parte de nosotros, que ayudan incluso a preveer el futuro.
      Un saludo enorme<3

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      1. Esto casi empieza a parecerse a BlueBosi 👍😆 Efectivamente, aunque el amor bien entendido no deja de tener su magia, pero es una realidad mágica cuyos trucos no despegan del suelo… o de unos labios. Tampoco se trata de convertir el amor en una causa para el desamor por aburrimiento .👍 Gracias por aguantarme y buena semana.

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