Un sueño que no estaba ahí para soñarse.

Unos ojos jóvenes que delataban un cansancio no correspondiente.

Una mirada que no habían vivido lo suficiente pero habían sentido lo necesario, cargando con historias largas e inconclusas.

Una boca curveada, que no hacía más que despertar incertidumbre y misterio.

Un aliento que incitaba el calor y la cercanía anhelada.

Un sueño que no estaba ahí para soñarse.

Un recuerdo que parecía traicionarle a ratos, al prometerle permanecer en el pasado, pero terminaba como la peor sombra hasta en la noche.

Una fatiga que no era de aquel cuerpo.

Porque al final los años no son los que pesan, sino todo lo que se calla con los días y semanas y años. Porque lo que pesa no es el tiempo en sí, sino las experiencias previas y las lágrimas no resueltas. Y al final, lo importante no es siquiera todo ello, sino cómo cada uno se va conformando y organizando con todo lo ya vivido y esperado.

-Blueberry

Madurar nuestro ser

Y comencé a comprender también que el dolor, los desengaños y la melancolía no existe para molestarnos, para sumirnos en un abismo de desasosiego e inutilidad, sino para poner a prueba nuestro temple y madurar nuestro ser.

Hermann Hesse