Microrrelato: Los fantasmas no siempre son reales

¿Sabes qué es lo peor? Que nadie sabe qué es realmente el trauma. Las personas creen que es eso que vemos en las películas y escuchamos en las historias de amigos o conocidos. Como si el trauma fuera una experiencia que un día llegó de golpe y arrasó con todo tu mundo. Y justo a partir de ese momento todo cambió. Si, como si el trauma fuera UN momento determinado. Que simple, ¿no? Tan sencillo de identificar, tan fácil… tan poco complejo. Tan estúpido.

Y no es que no sea así alguna forma de trauma. Como cuando alguien vive una situación fuerte, un evento desgarrador como la pérdida de alguien, un accidente… Pero es solo una de las muchas formas del trauma. Y vaya que aquella es una de las “sencillas”, pues, al menos se puede identificar. 

Pero hay un trauma más peligroso, más silencioso e invisible. Ese es el trauma que nadie conoce y nadie identifica. Claro, porque, ¿cómo identificar algo de lo que estamos programados defensivamente para no ver? Es aquel trauma silencioso, que no ocurrió una vez. Fue algo dolorosamente disfrazado, pero que sucedió una y otra vez. Aquello cronificado.

Su acompañante interrumpió su monólogo interno y le tomó la mano. La verdad es que no entendía muy bien de lo que hablaba, pero podía sentir que era importante, podía sentir un dolor antiguo, como un viejo amigo, pero aún así le dijo que ella no lo veía así. ¿Cómo puede afectar algo de lo que ni siquiera sabes de su existencia?

Su amigo volteó a verla enseguida. Primero parecía enojado, pero apenas fue una fracción de segundo. Después volteó su mirada al frente. Estaban sentados en la terraza de su departamento. Bajo ellos la noche seguía como cualquier otra. La gente caminaba, paseaba, los gatos maullaban. Apenas había una ligera brisa de septiembre, nada frío, nada caliente. Se quedó pensando unos segundos. Respiró, miró las nubes. 

Lo preocupante, le dijo, es cuando ese trauma es un fantasma. Entonces, aparece poco a poco en forma de silenciosos susurros que dicen que no eres nada, que no eres suficiente, que nadie estará ahí, que todos se irán. Pero esos susurros a veces son gritos, a veces apenas se escucha, pero están ahí, debajo de la piel, incluso sin palabras. Son los más peligrosos, ¿sabes? Sobre todo porque surgieron y jamás te diste cuenta. Estaban en tu día a día. Estaban en las palabras y estaban en la ausencia de palabras. Todo aquello que cientos de veces te dijeron, o por el otro lado, en todo lo que jamás te dijeron y necesitabas desesperadamente escuchar. 

Se detuvo un momento y recordó aquel momento de su vida. Por aquellos días, esos susurros se habían vuelto ensordecedores por días, semanas y meses. A veces lo recordaba como algo reciente, a veces lo podía ver más lejano. Pero seguía estando en la memoria. Y aunque las voces eran bajas lograban revolver todo dentro de su mente, lo nublaban y tenía que ir ciego o sordo por la vida. Porque entonces solo quedaba percibir a través de unos fantasmas estúpidamente irreales…

-Blueberry

Microrrelato: De haber volteado

La vio a lo lejos y juró que su locura le había hecho creer que aquello era más que mera atracción en el momento más banal.

Camino aún más rápido y solo pudo fingir que su corazón y ansiedad seguían como si nada. Hubiera volteado, de verdad, pero sus sentimientos confusos le aprisionaron con dureza.

Quizá, de haber tenido unos minutos más, de haber sentido todo menos o de haber ignorado más, hubiera volteado. Quizá la vida sería distinta…

Ya no podrían ser.

-Blueberry

Reflexión: una persona no es solo una persona

Y es que muchas veces lo difícil es lograr distinguir lo que representa esa persona para nosotros. No puede ser tan sencillo, no siempre es la persona en si, sino todo aquello que hemos depositado e imaginado casi sin darnos cuenta.

Un persona no es solo una persona.

Y es que los seres humanos somos tan curiosos, al grado de depositar en aquellos conocidos y desconocidos, nuestros anhelos y fantasías como nuestros miedos e inseguridades. Todo aquello que hemos aprendido, o no, a esperar del mundo.

Y entonces, en el peor y más terrorífico de los casos, quizá no querías a esa persona por lo que era, sino por lo que habías creado en tu mente y representado sobre aquella persona.

Y quizá, solo quizá, esperabas recibir un inmaduro apoyo incondicional, una validación, un rescate de alguna sensación intangible que jamás te logró satisfacer completamente, la ilusión de algo mejor.

Quizá sólo era un bonito sueño.

Blueberry