Microrrelato: Fluir

Ya le había dado vueltas suficientes. Lo había intentado innumerables veces. Incluso lo había justificado tratando de darle alguna explicación.
Pero en el fondo ahora sabia que jamás hay salidas o soluciones fáciles.


Todos hablaban de dejar expectativas y dejar todo fluir. Fluir. Decían que solo así las cosas llegarían en su momento y la situación encajaría a la perfección. La vida, las relaciones, el trabajo…

Pero ya lo había intentado tanto y no funcionaba. ¿Que dejar todo fluir
no involucra el abandono de la responsabilidad? ¿Y el dejar las expectativas no involucra dejar metas y planes concretos?

Casi como si la vida arreglara y organizara todo mágicamente. Magicamente.

«Fluir» conlleva una fantasia mágica, una distancia con la realidad, con uno mismo y los otros. Una condena a la decepción.

Y es que las cosas no son resultado únicamente del azar. Las cosas suceden porque las imaginamos y porque nos responsabilizamos de ello. El futuro se construye tras planearlo, organizarlo y adaptarse a las situaciones.

La vida no fluye, avanza. Las cosas no se van acomodando, nosotros las vamos creando y organizando.

Y ahora, después de bastante camino podía tener la certeza que no
deseaba una vida, una relación o una amistad que fuera fluyendo; deseaba construir y planear, necesitaba hacer que aquello que esperaba realmente sucediera, manteniendo un equilibrio entre su
auto exigencia y los límites reales.

Blueberry

Experiencia

Aún recuerdas esa primera mirada, esa primera sonrisa y risa tonta. Eran días felices y aún lo siguen siendo, pero las experiencias ahora nos acompañan.

Quisieramos que hubiese sido distinto, pero entonces quiénes o qué seríamos hoy?

Blueberry

Microrrelato: De lo sabido impensable

Porque así parecía tener sentido, ¿no? Todo se resumía a ello. A la irracionalidad de la racionalidad. De modo que, solo cabía decir que el problema siempre estaba dentro de uno, dentro de su cabeza. El error estaba en esos sentimientos que aparentemente no tenían lugar. En sentir algo que no se debería sentir. O, si se profundizaba aún más, saber algo que no se debería pensar.

La rabia, ambivalencia y confusión generada ante el hecho de reflexionar que no tenía objeto sentirse de aquella forma podrían llegar a abrumar hasta al más imperturbable. ¿Cómo una fantasía podía llegar a doler tanto, cómo un deseo abstracto se había incrustado de aquella forma? Tenía sentido la confusión ante la contradicción por sentirse como si todo hubiera sido real. Eso era. ¿Cómo alguien se podría seguir sintiendo de aquella forma a pesar de saber que la lógica estipula que no existe evidencia para sentirse así? Desafiaba toda razón.

Y es que a veces lo que más pesa es saber. Saber y que aún así ello no cambie nada. Saber que a pesar de que no existen pruebas para que se mantenga el dolor, aún así es inevitable sentir.

Comprender que no hay nada que se pueda cambiar. Que lo impensable está por alguna razón.

-Blueberry

Microrrelato: Condenada a no mirarse

Había probado de todo para amortiguar el cansancio, desde tés con sabores desconocidos, hasta sustancias divertidas. Pero el tiempo pasaba y parecía que nada cambiaba profundamente. El cansancio ahora se fusionaba con un hastío efímero. Las distintas sensaciones se mezclaban en la piel, haciéndolas casi indistinguibles.

Era fácil identificarla. Caminaba ligeramente hacia adelante, a veces hacia un lado y en otras hacia el otro. Acompañada regularmente de una sonrisa. Lo lograba. Era casi imperceptible tanto desaliento.

En realidad sería difícil decir cuando comenzó a culpar a la vida, a los otros, a lo que fuera que estuviera externo a ella. Era más fácil de ese modo. Así no se encontraría con ella misma como responsable de las dificultades en los años.

A veces era amable, y otras simplemente parecía un enemigo rígido, autoritario, culpígeno. Era ya natural la crítica en su vocabulario, como si fuera un pecado en los otros no pensar su pensamiento. La dificultad para reflexionar y ver a las demás personas con propios pensamientos y perspectivas parecía algo borroso a sus ojos, terminando por nublar su juicio.

Había ya tanta contradicción en su comportamiento que terminaba dando gracia a quien lo presenciaba, aunque claro, había muchos que lo creían y aceptaban. Hablaba de felicidad, de fortaleza, de amor infinito, de florecer y ser valiente. Hablaba de tal virtud como si ni siquiera existiera la agresión en sí misma. Se creía alguien cuyo pensamiento es profundo y verdadero. Decidiendo no ver la realidad de las consecuencias de sus acciones y comportamiento en la mente de los otros. Agrediendo, aunque fuera de forma indirecta, a quienes no satisficieran sus deseos. Persiguiendo. Insistiendo a quien ya no la deseara más.

Al borde de las emociones y la intensidad. Condenada a no mirarse e intentar tratar de ver lo que aún no podía ver.

No. Su pseudo felicidad no convencía siempre. La realidad la seguiría golpeando.

Lo intentaba, quizá…

Realmente lo intentaba…