Retrato en palabras: Cuando no hay más

Corrió para llegar a casa. Cerró la puerta de golpe sin darse cuenta de toda su agresión. Quería respirar, quería de verdad poder respirar. Era aquella sensación impaciente como si se le fuera la vida. Ya, por favor.

Todo daba vueltas. Se estaba ahogando sin saber qué era aquello que la asfixiaba y le robaba lentamente los minutos. Una desesperación en la piel la hundía. Subió por las escaleras como si su vida dependiera de ello y cuando llegó a su habitación solo pudo detenerse para verse en el espejo. Y ahí ocurrió todo. Estalló en lágrimas y dolor. ¿Qué era todo eso? ¿Era posible ver tanto en aquel simple reflejo? Al parecer sí. No era ella, o quizá si, pero ya no lograba distinguir.

No era la primera vez que se sentía así, y aún no lograba encontrar las palabras para describirlo o entenderlo. Era todo y también era nada. Era una confusión desgarradora. De pronto sintió como si tuviera cientos de voces en su cabeza, voces terribles. Quizá era su voz, quizá era de otros. Le decían que todo estaba mal y que todo era por ella, no había más, no merecía ni un segundo más en esta tierra. Nadie la quería, y nadie jamás tendría un interés genuino… su al rededor se movía, temblaba. Parecía que el suelo se abriría en cualquier segundo. No te odian, decía la voz, ni siquiera saben de tu existencia. Eso eres…


¿Cómo explicaba aquello? Habría deseado que la cabeza le explotara desde su interior, sabía que eso dolería menos. Tembló. En una vida muy lejana habría pensado que solo eran pensamientos, pero en aquel momento, desbordada en dolor, eran toda su realidad, era la verdad, no existía la más mínima posibilidad de contemplar otra, ni con todo el razonamiento del mundo.

Hubiera suplicado por un dolor físico, hubiera deseado el dolor de un golpe profundo, cualquier cosa hubiera sido más tolerable. Pero el dolor de las palabras, de los pensamientos, de todo lo interno, puede más que cualquier otro dolor.

Inmersa en todo el caos, se rió. Era absurdo lo que sentía. Era como si tuviera las manos en fuego y le fuera imposible quitarlas de ahí. La piel se deshacía poco a poco. ¡Quería quitarse la piel! ¿Cómo es que alguien no podría ser capaz de quitar las manos del fuego, y simplemente hacer lo que se tiene que hacer para no sufrir? Era como si algo invisible lo evitara, quizá esa era su propia vida, quizá un dios terrible que así lo quería.

El dolor penetrante y la desesperación le hacían sentir que la única opción era acabar con todo, con su propia vida, solo así el dolor desaparecería y podría respirar de nuevo. Era la única opción. No existía algo más. Algo estaba mal dentro de ella y la torturaba con cada respiración, lo podía ver. ¿Cómo es que nadie se daba cuenta? Sus amigos, y familia estarían mucho mejor. La culpa no existiría. Miró el reflejo que ya nada se parecía a ella, ¡ahí estaba! Sus ojos lo decían todo.

Se golpeó a sí misma y luego golpeó el espejo. Quizá gritó, pero ya no escuchaba su voz. Veía vidrios, pero quizá era algo más. Sentía borrosamente cómo el piso se movía aún cuando no lo podía ver. Cerró los ojos, tal vez esta vez todo se pagaría.

Cuando uno no puede entender de dónde viene el dolor, la única opción parece ser desaparecer… aunque así no lo sea.

-Blueberry

Microrrelato. Retrato en palabras: inspirado en pacientes, lecturas y en cómo quizá podría alguien llegar a sentirse cuando considera erroneamente la muerte como la única opción. Si has pensado en la muerte, no estás solo. Háblalo con algún amigo o familiar, acude con algún profesional de la salud mental. La ideacion suicida no es un juego.

#suicidepreventionmonth

Experiencia

Aún recuerdas esa primera mirada, esa primera sonrisa y risa tonta. Eran días felices y aún lo siguen siendo, pero las experiencias ahora nos acompañan.

Quisieramos que hubiese sido distinto, pero entonces quiénes o qué seríamos hoy?

Blueberry

Microrrato: Un suspiro

Un suspiro irrelevante. No significaba nada más que una mecánica exhalación. No, no como esos suspiros profundos cuando la piel parece despertarse y logra revivir sueños, caricias y hasta historias. Solo un suspiro ordinario. Una mera reacción biológica.

Era fuerte reconocerlo, pero sabía que eso representaba para esa persona, mientras que para él no era de aquella forma. En el fondo de su conciencia esa figura tenía el significado de toda una novela entera.

No coincidían.

Suspiró. ¿Quien niega una mirada? ¿Quien niega el humano deseo de ser visto y sentido? No encontraba una agresión tan profunda como aquella. Cerró los ojos. Alguien que representa lo mismo que un suspiro mecánico. Ni siquiera se piensa más allá…

-B

Independencia

La independencia excesiva no es más que otra forma en que se traduce algún trauma. Es una forma de negar o minimizar la necesidad de conexión que los seres humanos tenemos. Es distanciarse, no aceptar o tolerar que todos somos vulnerables en algún momento y quizá, solo quizá, necesitamos de la cercanía de ese alguien.

No es independencia, quizá te estás protegiendo.

-B

Microrelato: Nadie viene en blanco

Era más fácil andar por la superficialidad, donde la negación de la realidad promete un toque de tranquilidad y otro de paz. Anhelaba un amor sincero y puro, como cualquiera que había leído en cientos de libros y cuyos finales suceden exactamente como en la imaginación. Libros, donde la intención era amortiguar, idealizar… prometer, jamás profundizar ni ver la realidad.

Quizá, años faltaban para ver más allá, para entender. Había sinceridad, no obstante, parecía aún perseguir idealización y amores románticos infantiloides con intentos de reciprocidad, que más bien se caracterizaban por su función de ser una extensión narcisista, satisfaciendo solo su Yo. Quizá aún no era siquiera consciente de ello. No, aún no lo veía.

Fantaseaba con una mirada transparente, que hiciera encajara todo con naturalidad. Como si el amor fuera algo simple, como si bastara y viviera de las coincidencias de la vida. Y como muchos, su búsqueda se dirigía a alguien en el mismo camino y dirección.

Aquella búsqueda omitía el hecho de que cada uno lleva en la piel una historia diferente, que cada persona carga siempre fantasmas. Fantasmas que no se refieren a problemas que atormentan, sino experiencias, vivencias y pensamientos previos que ningún ser humano puede evitar. Nadie vive sin fantasmas, y el problema era ese, ni siquiera poder reconocerlos y vivir en una negación infantil.

Y de eso se trataba las relaciones maduras y profundas que tanto decía anhelar: ver que cada participante siempre traerá consigo fantasmas, imaginación y diálogos internalizados previos, donde el objetivo es verlos, coordinarlos y mediarlos; construirlos con sus respectivas bases individuales ya establecidas.

Ver que cada uno trae consigo un montón de memorias que motivarán ciertas acciones, y que nadie vendrá en blanco, sin peso. No habrá más que coordinar y construir.

Nadie viene sin la compañía de sus sombras, perspectivas e idiosincracias para entender la realidad y defenderse contra lo que sea que despierte ansiedad y preocupación. Y quizá su tarea ahora era intentar observar y observarse.

-Blueberry

De expectativas

Porque estamos programados para aprender de lo ajeno de nosotros, anticipamos el comportamiento del otro. Aprendemos a desarrollar expectativas y así poder organizar nuestro comportamiento en torno a ello.

Porque las expectativas, la anticipación de la intencionalidad de los otros, nos ayuda a organizar el mundo y a nosotros mismos. Esas expectativas y diálogos internos no desaparecen, ahí estarán, quizá se transformarán con el tiempo.

Hay quienes no lo ven, y van buscando personas transparentes y en blanco, como si aquello fuera la naturaleza humana.

Lo importante es ser conscientes de nuestra forma de ver el mundo, de lo que tendemos a anticipar de las personas o situaciones y cómo reaccionamos y nos sentimos en base a ello. Ver nuestra propia forma de reflexionar que h surgido de nuestra historia.

Relaciones objetales, modelos operativos internos, los llamarían algunos psicoanalistas…

-B