Microrrelato: De recuerdos confusos

Había pasad ya tanto tiempo que los recuerdos eran confusos, pero lo que se negaba a quedar atrás eran las sensaciones que se habían despertado desde entonces, nada agradables. Era imposible pensar que en eso se resumía el trauma, sensaciones que ni siquiera tienen una imagen clara, solo lo que generó.

Ya había pensado en todo y el resultado siempre terminaba en lo mismo, una desolación poco comprendida. Sin embargo, de lo que sí estaba seguro era de la improbabilidad de borrar todo rastro de aquel trauma. Solo quedaba vivir con el. Y ahí todo se ponía más complicado porque entonces surgía la indecisión de querer vivir así. ¿Valdría la pena? ¿Tendría un objetivo? ¿Sería la correcto?

Ya era demasiado tarde para continuar hablando. La gente no lo entendía y otros pocos daban las mismas respuestas genéricas. Así era la gente, pocas veces sabían qué decir y recurrían a respuestas comunes y socialmente aceptables. No ayudaba en nada, ni siquiera a sentirse sentido.

Aunque ya no era tan intenso el dolor, sí que pesaba. Pesaba seguir sintiéndose inadecuado, poco, sin suficiente valor. Las lágrimas sabían a lo mismo, ya no sorprendían ni despertaban gran cosa más que la costumbre. Quizá así sería esta vida.

No podía borrar todas aquellas escenas dolorosas de su vida y su pasado, solo quedaba aceptarlo, abrazar los poco recuerdos y lo que dejó a su paso. Quizá algún día nuevas escenas aparecerían y lo harían más entendible.

Quizá algún día miraría por primera vez…

Hay una historia

“Hay una historia detrás de cada persona. Hay una razón por la que son lo que son. No es tan solo porque ellos lo quieren. Algo en el pasado los ha hecho así, y algunas veces es imposible cambiarlos”.

Dejar ir es una trampa

Dejar ir, seguir hacia adelante, sin reparar, sin asumir, sin elaborar ni comprender es una trampa.

Una trampa que supone sacrificar nuestra coherencia interna y apartarnos de la realidad de la consciencia en un desesperado esfuerzo de reparación maníaca. El dolor no desaparecerá solo por optar ignorarlo.

Existe la opción de enfrentarlo.

Microrrato: Un suspiro

Un suspiro irrelevante. No significaba nada más que una mecánica exhalación. No, no como esos suspiros profundos cuando la piel parece despertarse y logra revivir sueños, caricias y hasta historias. Solo un suspiro ordinario. Una mera reacción biológica.

Era fuerte reconocerlo, pero sabía que eso representaba para esa persona, mientras que para él no era de aquella forma. En el fondo de su conciencia esa figura tenía el significado de toda una novela entera.

No coincidían.

Suspiró. ¿Quien niega una mirada? ¿Quien niega el humano deseo de ser visto y sentido? No encontraba una agresión tan profunda como aquella. Cerró los ojos. Alguien que representa lo mismo que un suspiro mecánico. Ni siquiera se piensa más allá…

-B

Final

No hay inicio sin un final. No hay final sin conciencia de ello. No hay conciencia sin dolor. Y el dolor siempre acompañado de la capacidad de reflexión e integración.

-B