Nada le faltó cuando creció. Además, ¿cómo sabe un pequeño de carencia si su realidad es su normalidad y no hay comparación? Tuvo padres, que nadie les enseñó a ser padres. Pero siempre estuvieron. O medio estuvieron.
Siempre fue tímida. El miedo al rechazo, humillación y burla siempre la acompañaron, como tenues sombras, como un suéter incómodo que abraza y del cual no te puedes desprender. Claro, aparentando siempre lo contrario, vistiéndose de mil colores que distrajeran toda la atención de sus ojos. Aprendiendo las risas de sus amigas y los ademanes perfectos para encajar. Sobreviviendo. Y funcionó. No estaba sola, pero no era lo mismo.
En casa siempre tuvo miedo de que la vieran mal, de que la despreciaran. Su cerebro estaba programado a esperar eso, naturalmente, a ser criticada. Así que se alejaba, la soledad le sabía mejor. Era más seguro. ¿Cómo iba a confiar en alguien? ¿Cómo iba a tener la estúpida idea de abrirse con alguien si ya sabía que nunca habría respuesta del otro lado? Ahí, donde se suponía que debía de sentirse ella misma en su totalidad, no era. No era ni la mitad de lo que debía ser. Creció sin el derecho de sentir, de llorar, de encolerizar. Siempre a media voz.
Vaya, era fácil confundir su mirada. ¿Enojo con el mundo? ¿Tristeza, desdén, indiferencia? ¿Apatía quizá? ¿Llegaba a estar feliz de verdad cuando sonreía?
Desde luego que no estaba sola. Estaban sus papás. Pero llamarles padres parecía no llenar por completo la categoría. «No tienes razón para estar mal, tienes todo», típica frase del hogar. Claro, y no era mentira, no le faltaba nada, tenía tanto, pero tan poco, o casi nada, emocional. No había refugio para sus emociones, para su sentir, para sus preocupaciones. Sus lágrimas jamás cayeron en algún hombro cálido. Siempre en la almohada, siempre en su mano fría.
Tuvieron que pasar años y años para que le pusiera un nombre. Le ayudaron de hecho, pues no era fácil nombrarlo. Huerfana emocional. Porque tener todo no es tenerlo todo.
-Blueberry
¿Cuántos habrá que nos sentiremos así y cuántos habrá que morirán en silencio; con ese infierno por dentro?…
Me encantó tu publicación, saludos!
Te dejo desde aquí mí like.
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Siempre el dichoso tener…¿Dónde queda el ser? Cómo nos sentimos condiciona más la vida
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Un relato crudo por su grandísima realidad.
En estos tiempos de tanta sobre información y amigos virtuales, la soledad se acentúa, porque no se quiere comprender y la empatía es bastante escasa.
Un abrazo, una mirada, un aliento en un susurro, una mano amiga, un hombro confortable. Ninguna red social ni multitud indiferente puede sustituirlo.
Lo has narrado tan espléndidamente que se siente y se sufre, como muchos lo hemos sentido en algún momento. Enhorabuena.
Un Abrazo (ojalá físico). 🤗👍🏼
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¡Magnífico!
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Muchas gracias!!!
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Me siento identificada. Gracias
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Muchas gracias por leer! A muchos nos ha pasado un poquito o mucho así..
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«Porque tener todo no es tenerlo todo.» Aquí se encierra todo. Y así es. En esta vida de comodidades que muchos llevamos falta lo esencial: la empatía, la tolerancia, la generosidad, el amor. Se nos ha olvidado que sin los fundamentos, no hay construcción que se sostenga.
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Claro. De nada sirve si no hay con quien compartirlo, con quien apoyarnos… Gracias por leer!!
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