No funcionó. Fue absurdo contemplar la idea de que, pensado y soñando tanto, quizá ocurriría.
El café se acabo demasiado pronto, la piel ahora se sentía diferente, traía otros recuerdos.
Las palabras ya no sabían qué contar, estaban cansadas de lo mismo.
No, desearlo con intensa fuerza no mueve la realidad. Habrá que hacer algo más.
Para soñar hay que calzar las deportivas de los sueños y a correr. Ahora bien, también te digo que el café, igualmente, siempre se acaba demasiado pronto… 🤷♂️😁☕
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Basta solo ocuparse y no enredarse en «el preocuparse», cualquier sea su resultado. Un cálido saludo.
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Excelente entrada
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Habrá que poner manos a la obra entonces!
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